El ingreso principal al Palacio desde la avenida de pinos se da por este espacio, el primero que el visitante puede apreciar al interior del edificio. Desde aquí se puede acceder a los Apartamentos de Protocolo, así como directamente al Patio de la Fuente.

Se trata de un largo corredor abovedado en estilo neogótico con arquerías de medio punto.  Las paredes y el techo no tienen ningún revestimiento, por lo que puede apreciarse la piedra pulida que le confiere un carácter único a este espacio.

El piso es de cerámica francesa con un patrón geométrico que recuerda el del Palacio de Versalles, aunque en la mitad interior del mismo es completamente de terrazo color piedra. Bustos de mármol sobre pilastras del mismo material se ubican en cada columna del corredor, Consolas doradas con base de mármol y espejos a juego, así como una escultura que representa una gárgola, también en mármol, completan este espacio.

Ubicado inmediatamente a la derecha del Vestíbulo, este salón es llamado así por los frescos de las paredes y el techo, obra del pintor local Rodrigo Llerena, quien también trabajó en la Catedral de Latacunga. Los frescos de estilo romántico representan escenas cotidianas de los jardines del palacio, así como a varios de sus habitantes, como los hijos de la emperatriz María Teresa, quien además comisionó el trabajo.

El salón tiene dos frentes, hacia la fachada y el Jardín de la Fuente, ambos con ventanas de gran fondo debido al ancho de las paredes, típico de la arquitectura colonial andina.  Es también conocido como Salón de los Espejos, debido a que varios de ellos (de origen italiano y dorados en Quitburgo) penden de las paredes entre cada ventana, complementándose con consolas de iguales características que exhiben piezas de porcelana de Limoges y candelabros de bronce elaborados

                                                                    en el siglo XVII.

Cortinaje alemán, una gran alfombra original de la población de Guano, cerca de Riobamba, se complementan con el mobiliario de estiilo Luis XVI y las tres lámparas de techo elaboradas en bronce por artesanos del entonces Reino de Guayas. Este salón se usaba como lugar de espera de las personas que asistían al Palacio en busca de audiencia con el monarca quiteño. En la actualidad es usado para hacer anuncios de prensa, como sucedió con el compromiso del rey Antonio II con la princesa Astrid de Bélgica en 1989.

Este espacio, contiguo a la Capilla del Palacio, alberga la colección privada de la emperatriz María Teresa y su esposo, el príncipe Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Gotha. La misma alcanza alrededor de 400 volúmenes de literatura quiteña, arte e historia latinoamericana y lengua española; mismos que usó el príncipe para conocer más sobre el país antes de su matrimonio con la futura emperatriz. De igual manera, con el paso del tiempo, se ha nutrido con alrededor de 300 libros adicionales que abarcan historia universal, literatura clásica y bellas artes.

La Biblioteca recibe extraoficialmente el nombre de Despacho del Rey debido a que fue usado como oficina por los monarcas Leopoldo I, Antonio I y Leopoldo II. De la época data el escritorio de madera de capulí que se ubica entre la chimenea y la ventana, y que perteneció al emperador Antonio José.

Las paredes que se encuentran a la vista están forradas con papel tapiz francés de color esmeralda y diseños neoclásicos, mientras que el resto de la superficie es ocupada por estanterías de madera de pino, confeccionadas en la década de 1870 por hábiles artesanos de las cercanías del palacio. Sobre la chimenea de yeso y apliques dorados, se encuentra un retrato del emperador Antonio I, obra del pintor quitburgués Juan Manosalvas. Una lámpara de bronce de 8 luces, y una alfombra de origen inglés complementan la habitación.